dimarts, 20 de gener del 2015

¿Qué es el zen?

Origen del término Zen

Zen es el nombre que recibe en Japón una rama del budismo mahayana originaria de China. El nombre deriva de la pronunciación a la japonesa del término chino chan que a su vez es la traducción del término sánscrito dhyana que vendría a significar "meditación". El budismo zen/chan es así una práctica espiritual que da una importancia central a la meditación.
Una primera observación importante en relación al zen es que este no es ni mucho menos el único tipo de budismo que se da en el Japón, ni siquiera es el budismo mayoritario. De hecho, el zen surge de la decisión de maestros como Dogen -del que hablaremos más en detalle en una próxima entrada- que llegan a la conclusión de que el budismo en Japón ha perdido su sentido, habiéndose convertido en un instrumento político con maestros que no tienen ni idea de que es el despertar, de manera que deciden viajar a China para recuperar ese budismo original, no pervertido, en contacto directo con la naturaleza de Buda y la iluminación.
El budismo se caracteriza por ser una religión fuertemente contextual, aplicada, sin dogmas cerrados, de manera que en cada zona en la que aterriza tiende a fusionarse con las creencias locales. El chan no es una excepción, y podríamos caracterizarlo -rápida e inexactamente, pero funcional- como un budismo mayahana mezclado con ideas básicas del daoismo. Libros clásicos de sabiduría china como el I Ching o el Daodejing son obras tan influyentes en el budismo zen como el Sutra del corazón. De todas formas, si tuviéramos que indicar un texto daoista clave desde el que entender el budismo zen sería sin duda el Zhuangzi -atribuido al maestro del mismo nombre.

Principales características del Zen

Al ser un budismo de la corriente mahayana, la idea de naturaleza de Buda, presente en todos nosotros, y la práctica budista como un activar esa naturaleza inherente es la idea central sobre la que grativa el sistema. De la misma forma, el bodhisatva, y no el arahant, es el modelo a seguir, y el voto del Bodhisatva de salvar a todas las criaturas sentientes antes de conseguir uno mismo la liberación final es un principio rector del zen.

En el zen la transmisión personal, de maestro a discípulo es otra de las características definitorias. El zen es una tipo de conocimiento que va más allá de las palabras, del lenguaje, y que sólo puede mostrarse en un contacto directo. Esta transmisión personalizada es central, de ahí la necesidad de elaborar detalladas genealogías que muestran como ese conocimiento más allá de las palabras se ha ido transmitiendo de maestro a discípulo desde los tiempos del Buda Shakyamuni hasta nuestros días. Este proceso está recogido en un fascinante libro, el Denkoroku, o "Transmisión de la luz" que al estilo de las hagiografías va explicando las vidas y milagros de los diferentes maestros y cómo despertaron a la realidad última.

Dentro de esta transmisión nos encontramos con Bodhidharma, el creador del chan en tanto en cuanto es la persona que supuestamente llevó el budismo de la India a la China. Bodhidharma es una figura peculiar con un aspecto poco oriental, con una poblada barba peliroja, casi como un vikingo, y muchos investigadores le consideran una figura mítica, al tener asociadas demasiadas maravillas en su carrera. Bodhidharma no sería solo el responsable de traer el budismo a china y convertirlo en chan; también habría sido el introductor del té y el fundador del templo Shaolín.


Bodhidharma en un grabado de 1887 del maestro Yoshitoshi (fuente: Wikipedia)

Una recurrente anécdota sobre Bodhidharma nos ayudará a entender mejor esta variante del budismo. Según cuenta la leyenda, al emperador Wu de China le llegaron noticias de un gran sabio budista, Bodhidharma, de manera que le hizo llamar. El emperador Wu ya era un budista piadoso y le contó a Bodhidharma todo lo que había hecho él por su religión, como construir decenas de templos, y le preguntó, ufano, cuánto mérito había acumulado a través de esas acciones. Bodhidharma le respondió que ninguno. Así se establece una diferencia principal entre el zen y otros budismos: la recopilación de méritos -aunque no se abandone totalmente- no tiene ninguna función en el proceso de despertar, sólo el ejercicio continuado de la meditación nos llevará a la liberación.
El emperador se quedó bien extrañado con la respuesta, de manera que le preguntó por la verdad más elevada del budismo (esta pregunta aparece muchas veces en los textos budistas, es una especie de test para establecer si la persona con la que estamos hablando realmente es conocedora del budismo o es un poco fantasma).
Bodhidharma, bien tranquilo, le suelta: "Vasta vacuidad, no hay nada sagrado". Claramente el emperador no se esperaba esta "verdad", que no es más que recuperar el Sutra del Corazón: la realidad última no puede pensarse ni como existente ni como no existente, sino como una vasta extensión de cosas interconectadas entre sí, donde no tiene sentido decir cuando empieza una y acaba la otra, por lo tanto no hay posibilidad de establecer valores como puro, impuro, completo, incompleto, etc.
El emperador pregunta entonces: "Quién es este que está delante mío?" uno imagina que cuestionándose si el tipo que le han traído realmente es ese supuesto sabio budista. Y ahí viene la andanada final. Bodhidharma contesta:

"No lo sé".

Y este es el objetivo final del budismo zen, olvidar el yo, y ser uno con el momento presente, con la realidad global.
Seguidamente, Bodhidharma marchó, dejando al emperador con la palabra en la boca y se fue a meditar de cara a la pared durante nueve años. El emperador Wu intentó hablar con él otra vez, pero fue en vano.

El budismo zen se caracteriza también por esa simplicidad japonesa de buscar la esencia y olvidarse del artificio. Imagino que es una de las razones por las que cualquier objeto de corte minimalista le ponemos el adjetivo zen: "Un apartamento zen", "el Iphone es zen", etc. etc. etc.
Así en el budismo zen la lista enorme de prácticas meditativas que uno encuentra en el budismo indio o tibetano se reducen a básicamente una: el zazen, en el que uno se sienta en una postura muy bien detallada: piernas cruzadas, espalda recta, lengua tocando el paladar, etc e intenta observar sus pensamientos sin dejarse llevar por ellos.

Esta práctica también recibe en japonés el nombre de shikantaza que significa "solamente sentarse" y ahí estaría el meollo (el hueso y la médula como encontramos comúnente expresado en los textos zen) de esta rama del budismo: claramente inspirado en la idea daoista del wu-wei -la acción desde la espontaneidad, sin el control de la consciencia- el budista zen busca ser uno con el Camino, el Dao, y ser simplemente una cosa que se sienta: ni más ni menos. Y lo mismo con cualquier otra actividad: cuando camines, limítate simplemente a caminar: sé el caminar. Cuando comas, límitate a comer. No añadas nada, deja ir la mente consciente, y como Avalokitesvara con el prajna paramita sé uno con la realidad que te envuelve, sin añadir nada.

Una historia zen muy relevante narra el encuentro de dos monjes zen con un par más de una escuela rival. Los monjes de la escuela rival empiezan a explicar todas las maravillas que su maestro -con poderes psíquicos- es capaz de conseguir: puede levitar, leer el pensamiento, dibuja con un pincel que está al otro lado del río, etc. Los monjes zen sonríen y responden: "Eso no es nada: nuestro maestro, cuando tiene hambre, come. Cuando tiene sueño, duerme".

Si uno piensa un rato, se da cuenta de que los monjes zen tienen razón: no hay nada más difícil para un humano que simplemente llevar a cabo una acción sencilla: limitarse a comer cuando uno come. El gran obstáculo para conseguir eso es claramente el lenguaje, tal y como muestra el Sutra del Corazón. De ahí que el budismo zen haya inventado diversas estrategias para librarse de esa influencia perniciosa. Una de las más peculiares y famosas es, sin duda, los koans, de los que hablaremos en un próximo post.

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